miércoles, 1 de junio de 2011

Breve Perfil Histórico de Jesús




Nacimiento
Jesús nació durante el reinado del emperador romano Augusto, ciertamente antes de la muerte de Herodes el Grande, que tuvo lugar en la primavera del año 4 a. C. (El calendario actual se debe al abad Dionisio el Exiguo, que vivió a finales del siglo v. Al fijar la fecha del nacimiento de Jesús se equivocó en sus cálculos y la retrasó casi cinco años). Nació en Belén, aunque Nazaret fue su verdadera patria. Sus padres se llamaban María y José.


Lengua materna
La lengua materna de Jesús fue el arameo. Lo hablaba según una forma dialectal corriente en Galilea. No sabemos con certeza si sabía leer y escribir. Conocía seguramente el hebreo, que en ese momento era una lengua literaria que se empleaba en la liturgia del templo y en las sinagogas, donde las Escrituras sagradas se leían en hebreo antes de traducirlas al arameo. Según un sector creciente de autores, Jesús pudo hablar también algo de griego. Desconocía el latín.

Vida en Nazaret
Jesús vivió su infancia, su juventud y los primeros años de su vida adulta en Nazaret, que era un pequeño poblado que se alzaba sobre una ladera en la zona montañosa de Galilea, lejos de las grandes rutas comerciales. Jesús es un hombre de mentalidad rural más que urbana. El conocimiento del contexto socio-cultural y religioso permite reconstruir de manera plausible algunos aspectos sobre su oficio de artesano y su educación en el seno de una familia judía. Se discute si trabajó en la reconstrucción de Séforis, que en esos años estaba siendo restaurada por Herodes Antipas.



palestina en tiempos de jesus

Encuentro con el Bautista
En un momento determinado, Jesús oyó hablar de Juan el Bautista, que promovía un movimiento de conversión en una zona desértica junto al río Jordán. Dejó su aldea de Nazaret, escuchó su mensaje y recibió su
bautismo. Jesús vivió en el Jordán una experiencia religiosa muy importante: ya no volvió a su familia de Nazaret, pero tampoco permaneció largo tiempo con el Bautista. En un principio también él desarrolló tal vez una actividad bautismal, pero pronto abandonó el desierto y comenzó una actividad propia y original, diferente de la de Juan.

Actividad itinerante
Hacia el año 27-28, Jesús da comienzo a una actividad itinerante que le lleva de Galilea a Jerusalén, donde será ejecutado probablemente el 7 de abril del año 30. Se trata, por tanto, de una actividad intensa pero breve, pues no llegó a durar tres años. No es posible reconstruir con exactitud los lugares de su actividad y sus rutas de viaje. Ciertamente se movió en las cercanías del lago de Galilea. Pasaba de una aldea a otra, pero nunca
aparece visitando Séforis ni Tiberíades, las dos ciudades más importantes de Galilea. Durante algún tiempo, su centro de operaciones fue Cafarnaún, en la ribera del lago. Jesús se desplazaba de un lugar a otro acompañado
por un grupo de discípulos y discípulas. Su actividad se concentraba en dos tareas: curar a enfermos de diversos males y anunciar su mensaje sobre el «reino de Dios». Su fama creció rápidamente y la gente se movilizaba para encontrarse con él. Jesús tenía la costumbre de retirarse de noche a lugares apartados para orar.

Profeta del reino de Dios
Jesús emplea un lenguaje característico y sugerente. Sus dichos breves y penetrantes, sus aforismos y, sobre todo, sus bellas parábolas son inconfundibles. Jesús apenas habla de sí mismo. Su predicación se centra en lo que él llama el «reino de Dios». Su mensaje arranca de la tradición judía, pero no brota directamente de la literatura apocalíptica ni de la enseñanza oficial de los escribas, sino de su profunda experiencia de Dios, que Jesús trata de comunicar a través de un lenguaje simbólico y poético, extraído de la vida. En su predicación ocupa un lugar central la experiencia de un Dios Padre que «hace salir su sol sobre buenos y malos », y acoge y busca a sus hijos perdidos. Es esencial su exhortación a «entrar» en el reino de Dios y su llamada a ser «compasivos» como lo es el Padre del cielo. El perdón a los enemigos constituye el culmen de esta llamada.

Actividad curadora
Aunque es difícil precisar el grado de historicidad de cada relato transmitido por las tradiciones evangélicas, no hay duda de que Jesús llevó a cabo curaciones de diverso tipo de enfermos, que fueron consideradas por sus
contemporáneos como milagrosas. Asimismo practicó exorcismos liberando de su mal a personas consideradas en aquella cultura como poseídas por espíritus malignos. Jesús fue en la sociedad de su tiempo un exorcista
y curador popular que ejerció una gran atracción entre la gente. Presentó estas curaciones y exorcismos como signos de la llegada del reino de Dios a los sectores más hundidos en el sufrimiento y la alienación. Sin embargo, Jesús se resistió siempre a llevar a cabo los signos espectaculares que probablemente
le reclamaron algunos sectores críticos.

Conducta desviada
Jesús adoptó una conducta extraña y provocativa. Rompía constantemente los códigos de comportamiento vigentes en aquella sociedad. En ocasiones rompía las normas prescritas sobre el sábado. Se le veía acompañado de mendigos, hambrientos y gente marginada. En concreto, confraternizaba y comía con «pecadores y recaudadores de impuestos». Al parecer, Jesús tuvo una actitud especialmente acogedora hacia los niños. Toda esta actitud provocativa no la adoptó Jesús de manera arbitraria. Su intención profunda era hacer ver a todos de manera gráfica que el reino de Dios está abierto a todos, sin excluir o marginar a nadie.

Rodeado de discípulos
Jesús no pretendió nunca romper con el judaísmo ni fundar una institución propia frente a Israel. Aparece siempre convocando a su pueblo para entrar en el reino de Dios. Pero, de hecho, se formó en torno a Jesús un grupo reducido de seguidores itinerantes, entre los que había también un cierto número de mujeres. Además de este grupo reducido, hubo un sector más amplio de simpatizantes que siguieron viviendo en sus casas, pero que se identificaban con su mensaje y acogían a Jesús y a su grupo cuando llegaban a su aldea. Jesús se rodeó de un grupo más cercano de «Doce» que simbolizaba su deseo de lograr la restauración de Israel.

Reacciones ante Jesús
Más allá del grupo reducido de discípulos y del círculo de simpatizantes, Jesús alcanzó una popularidad bastante grande en Galilea y regiones vecinas. No parece que este eco popular disminuyera durante el breve
tiempo de su actividad itinerante. De hecho, Jesús movilizaba a masas relativamente importantes, y esto le convertía precisamente en personaje peligroso ante las autoridades. Jesús provocó también el rechazo de sectores que trataron de estigmatizarlo y desacreditarlo para impedir su influencia. De hecho, Jesús no fue bien recibido entre sus convecinos, y despertó la oposición de escribas y dirigentes religiosos tanto en Galilea
como en Jerusalén. Fue criticado por comer con pecadores y acusado de estar poseído por el demonio. De ambas acusaciones se defendió con firmeza.

Ejecución
En la primavera del año 30, Jesús subió a Jerusalén, en el territorio de Judea, que, a diferencia de Galilea, estaba regida por un prefecto romano. La ciudad de Jerusalén estaba directamente gobernada en aquel momento
por el sumo sacerdote Caifás. Jesús realizó un gesto hostil hacia el templo, que provocó su detención. No parece que hubiera propiamente un juicio de Jesús ante las autoridades judías. Más bien, a raíz de lo sucedido
en el templo, la aristocracia sacerdotal se confirmó en la peligrosidad que suponía Jesús y se confabularon por hacerlo desaparecer. De hecho, Jesús murió crucificado probablemente el 7 de abril del año 30 y fue el prefecto romano Poncio Pilato quien dictó la orden de su ejecución. Al parecer, Jesús contó con la posibilidad de su muerte violenta y celebró una cena de despedida con sus discípulos, en la que realizó un gesto simbólico
con el pan y el vino. En el momento de su detención fue abandonado por sus seguidores más cercanos.



Cristo crucificado, por Diego Velázquez, 1632 



Fe en Jesús resucitado
Es posible verificar históricamente que, entre los años 35 al 40, los cristianos de la primera generación confesaban con diversas fórmulas una convicción compartida por todos y que rápidamente fueron propagando por
todo el Imperio: «Dios ha resucitado a Jesús de entre los muertos».


El Mensaje de Jesús 


Su mensaje es el evangelio de la paz, de la inmortalidad, de la gran luz divina, de la esperanza y de la salvación.


Cumple su misión con una impresionante autoridad. Tranquilo seguro de su mismo, domina y construye su destino. Sabe actuar con paciencia, progresar y adaptarse. Afronta con lucidez y valentía la incomprensión, la envidia, el odio. Nadie le asusta. Dice la verdad guste o no guste. Le causan horror los hipócritas y los orgullosos. Con toda paciencia corrige los errores de sus amigos. Admira la fe y la generosidad de los humildes, anima la confianza que le dan sus compañeros, pero sin adularlos nunca. Les confía sus designios, les asocia a su misión. Su grandeza intriga, pero no aplasta. Su amor libera.

Cristo nos enseña que para poder alcanzar la deseada salvación tenemos que reconciliarnos con Dios, aceptando su mensaje, para entrar en el reino de Dios.


Esta es la Buena Noticia que se nos revela en Jesucristo: "Dios se nos da a sí mismo como lo que es: Amor."

La Biblia

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